Cuando muere la razón... |
| Los primeros capítulos de la nueva serie nos van sumergiendo rápidamente en la atmósfera enrarecida, esquizofrénica y extravagante de las historias que nos son narradas, y que dejan atrás el pseudo-raciocinio y la "cientificidad" de los cómics de superhéroes habituales, para reemplazarlo por un juego de teorías descabelladas, referencias literarias múltiples y discursos marginales. Al respecto Morrison dirá: "Libros de alquimia, de matemática pura, los sueños que tuve, las historias y cuentos de terror que me contaron mis amigos y un millón de cosas más, me sirvieron para fermentar el cultivo de la nueva Doom Patrol". Morrison se empeña en construir un cómic lleno de citas y referencias. |
El guionista reconoce una notable influencia del cineasta Checo Jan Svankmajer a la hora de dar vida a la nueva encarnación de la Doom Patrol: "Sus cortos - dice Morrison refiriéndose a Svankmajer- son una mezcla de imagen real y objetos animados y presenta una visión perversa de un mundo libre de las ataduras lógicas. Así que me sumergí en la atmósfera de esos mundos irracionales, irreales y extraños y aporté ese ambiente de ensueño, de pesadilla, a las historias que iba imaginando". | |
| En las primeras páginas de la Doom Patrol nos encontramos con los hombres tijeras de Orqwith, quienes recortan las figuras de los seres humanos dejando sólo un espacio en blanco y cuya ciudad, una metaficción creada por unos filósofos, comienza a devorar la realidad. Borges, el Zen Koan, Heinrich Hoffman, son citados y referidos en sus páginas, las que sumadas a las aventuras propias del género, conforman así este primer arco argumental en el que los nuevos personajes nos son presentados. La forma de destruir la amenaza de la ciudad de Orqwith, perpetrada por Rebis, no es el menor acierto de este primer guión, y se basa en una sentencia filosófica básica en la fundación del mundo y no en una lucha meramente física: "Dime cura negro. ¿Por qué hay algo en vez de nada? -pregunta Rebis-, y el sacerdote que miente y cuyo rostro es un gran reloj , le responde: "Hay algo en vez de nada". "Entonces no existes", afirma lógicamente Rebis, conjurando así la amenaza de Orqwith que, enfrentándose a la contradicción de su propia irrealidad (no olvidemos que el cura mentiroso ha dicho que hay ALGO en lugar de NADA) es destruida. |
Al finalizar el cuarto episodio que culmina la primera aventura de la nueva formación, el Profesor Caulder justifica su sueldo cuando melodramáticamente afirma: "Hay zonas en las que sólo nosotros estamos cualificados para operar. Cuando caiga el mundo racional, sabremos lo que hacer, porque hemos estado allí. Conocemos la locura, el delirio y no tenemos miedo". Así es como Morrison comienza su cuidadosa y estudiada destrucción de la razón y su panegírico de la locura. En los siguientes episodios entran a escena una serie de extraños personajes: Red Jack un ser que se alimenta del sufrimiento de miles de mariposas pinchadas con alfileres y que dice ser Jack el Destripador y Dios al mismo tiempo, la Hermandad Dadá, liderada por uno de los grandes villanos de la serie y que cuente, quizás, con uno de los orígenes más inquietantes que hayamos leído: el Señor Nadie (Herr Niemand). "Todo lo que yo era - dice el propio Señor Nadie- había sido, sería, toda la infinidad de mi ser fue borrada. El Sr. Morden desapareció como un dibujo de tiza en una pizarra. Me convertí en el espíritu del siglo XXI, el hombre abstracto. El hombre virtual. El hombre nocional. O, como dijo perfectamente Bruckner... Herr Niemand..." Este ser imposible y sus secuaces, una tropa de freaks superpoderosos, utilizan nefastamente el cuadro devorador de gente (pintado por Piranesi primero y Max Bordenghast después) para devorar, en el sentido lato de la palabra, a la ciudad de París con habitantes y todo. En este segundo argumento, que considero uno de los mejores de la serie (junto a los episodios de la guerra entre geománticos y anatemáticos) encontramos citas a Duchamp, Coleridge, Thomas De Quincey, la mitología céltica, The Beatles, el surrealismo, el futurismo, el fauvismo y un largo etcétera. |
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| Morrison logra meter en la batidora todo lo que le interesa, revolverlo y producir con ello no sólo un producto lleno de citas cultas, y a veces ( muy raras veces) algo pedantes, sino que además un cómic de gran vuelo imaginativo, entretenido y por sobre todo virulento. El discurso de Morrison nos bombardea tanto de nuevas ideas como de conceptos arcanos, como si la contracultura, los autores malditos, desquiciados, brillantes y sus alocadas teorías tuviesen en Morrison su vocero oficial, como si la contracultura disfrazada de producto inofensivo se tomase el poder subrepticiamente. La Doom Patrol es el inicio de un Grant Morrison más desencantado y desencadenado que en Animal Man. Su escritura es directamente automática en ciertos pasajes y, me atrevería a decir que a ratos , cercana a la de Burroughs, en tanto creador de una fantasía cargada de sátira a nivel de contenido y de rabiosa experimentación a nivel formal. Morrison juega con la crítica de Swift y el juego culto de Carroll. Morrison es el escritor del pastiche, sus obras son - como dijo Burroughs- "un compuesto de muchos escritores vivos y muertos". Las disquisiciones de Morrison, continúan en la célebre saga del Culto del libro No escrito. |
El argumento es simple, mediante la lectura de un libro escrito sobre el cuerpo de un ser humano (La Quinta ventana) un siniestro culto espera descifrar el nombre secreto del Antidios, conocido como El descreador, capaz de convocar el fin del universo. Hace su aparición un nuevo y atractivo personaje secundario que volverá a aparecer en el futuro, un cínico fumador de cigarros, un caballero templario llamado Willoughby Kipling. Un personaje con un clarísimo parentesco con el John Constantine de Alan Moore. (Ver en esta misma sección el artículo: Alan Moore, La muerte de los superhéroes). Abundan aquí nuevamente las referencias místicas y arcanas. Morrison disfruta entregando pistas falsas al estilo borgiano, cita, alude... y entretiene. |
| A estas alturas cualquier lector de la serie puede dar cuenta de que las aventuras de la Doom Patrol definitivamente pueden ser calificadas como de "raras", aunque yo prefiero catalogarlas de "fascinantes". Citemos 2 ejemplos prácticos que pueden serles de gran utilidad en la vida cotidiana: 1) Parafraseando a Morrison diremos que cuando cualquirea de nosotros se vea atacado por las escuadras asesinas del Culto, debe, obviamente, responder la "pregunta que no osa preguntarse". De no hacer esto debo informarles que estaríamos irremisiblemente muertos, pero si por casualidad tenemos a nuestro alcance la edición de 1903 de Un jardín de versos para niños de Robert Louis Stevenson, ya contamos con una respuesta. Léase a gusto personal un verso cualquiera, ábrase el libro y ya... los malvados quedarán para siempre atrapados en una de las ilustraciones de Charles Robinson del libro, tal y como habitualmente suele ocurrir en estos casos. 2) Dejemos que aquí sea el propio Willoughby Kipling nos instruya sobre el segundo dato de utilidad pública: "Les diré cómo ahorrar en billetes de autobús. Primero enciendan una bengala. Luego apaguen las luces y dibujen una puerta en el aire. Sigan haciéndolo hasta que la imagen quede grabada en la retina. Y entonces cierren los ojos. ¿Ven la imagen impresionada?. Ahora visualizen su propia mano. Cojan el picaporte, piensen en dónde quieren ir. Y...". El pragmatismo de Morrison es abrumador. |
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