Grant Morrison:La Realidad Es Un Travesti |
Por Carlos Reyes G. |
Cuarta Parte |
El Caos Nihilista |
La escritura de Morrison para Kid Eternity es aún más libre que antes. El guionista no teme mostrar más claramente sus obsesiones y además el público se ha acostumbrado a su estilo meticuloso y transgresor. Al igual que sucediera con Animal Man y la Doom Patrol, el origen de esta nueva colaboración para la reconocida editorial norteamericana deviene círculo. "DC comics se puso en contacto conmigo - recuerda Morrison- tenemos un montón de personajes que no interesan a nadie, me dijeron. ¿Quieres tratar de hacer algo con Kid Eternity a ver qué te sale?" Kid Eternity es un típico personaje de los años 40. Es el tipo de héroe capaz de activar sus poderes con sólo pronunciar una palabra clave (recuerden a Shazam o la Antorcha Humana), en este caso la palabra Eternidad le permite invocar y materializar cualquier personaje histórico o de ficción para convertirlo en su aliado momentáneo contra las fuerzas del mal. |
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| Tal y como ya se había vislumbrado en el aplastante desenlace de la Doom Patrol, Morrison está muy interesado en las teorías del caos. Por ello no resulta nada extraño que en el argumento de la nueva miniserie de Kid Eternity, el autor use como pilar fundamental la dualidad orden/caos. "Quería hacer algo sobre la magia que tomara en consideración todas las teorías sobre el caos - declara el guionista- la magia del caos se basa en la idea de que toda la materia y todas sus manifestaciones surgen de un caos primigenio". Con esta premisa en la cabeza, el autor se dispone a escribir una historia de terror, lúgubre y nihilista. "Algo sin ningún valor moral en absoluto -confiesa Morrison- Kid Eternity es un maravilloso personaje nihilista". La miniserie Kid Eternity apareció en 1991, fue dibujada por Duncan Fegredo y editada en español por Ediciones Zinco en tres tomos, cuyas portadas a modo de un tríptico forman el rostro del personaje. Cada episodio está dividido en cantos (Orfeo y La divina comedia son citas inevitables) y través de la historia nos enteramos de que todo lo que creíamos saber del personaje ha sido siempre mentira, un simple juego de máscaras y espejos, retorcido y grotesco. Un juego al que nadie parece importarle demasiado. |
El primer canto es un magistral ejemplo de narración caótica. Una cadena de hechos inconexos y fragmentarios (El caos otra vez) posibilitarán la aparición del personaje en escena. Morrison juega con una narración polifónica, compleja. Reduce los datos al mínimo, oscurece la lectura, la vuelve veloz y desesperada. El control remoto hace zapping compulsivamente entre las viñetas. Los hechos se suceden rápida e inexplicablemente. Durante las primeras páginas no vislumbramos ningún centro narrativo, todo se muestra con iguales posibilidades de desarrollo. Estatuto cero para todas las tramas. El clima es inquietante, nada es seguro. La primera pista sucede con la llegada de Kid Eternity que viene escapando del infierno en el que ha estado recluido los últimos 30 años. Su llegada a nuestro estado de realidad se produce en medio de una fiesta yuppie y su aparición genera una cadena de acontecimientos que traerán el infierno a la tierra y más tarde nos llevarán literalmente a las puertas del hades, que Morrison imagina como una vieja y sucia puerta llena de herrumbre y sobre la que se hayan garabateadas las palabras Helter Skelter, signadas por Charles Manson y su séquito, tras haberlas usurpado del álbum blanco de Los Beatles, pero esa... es otra pesadilla. |
| Volvamos a nuestra historia que resulta muy simple y fácil de entender: Kid Eternity que huye del infierno seguido por los Schiririron (presencias Qliphoticas que han sido enviadas para capturarlo), se corporiza en medio de una fiesta yuppie. Acto seguido una litografía de Picasso ocupada por un Schiririron guillotina a una muchacha, otro comensal es devorado por sus propias ropas y un grupo de invitados toma un ascensor que los mastica. ("El ascensor abre la boca (...) abre la boca y vomita. Curioso. Nunca había oído gritar a un vómito") En el fragor de la batalla, Kid Eternity se convierte en pensamiento y huye en la cabeza de Jerry Sullivan, el coprotagonista de la miniserie y que ya al finalizar el segundo canto está bien muerto, lo que no le impide acompañar a Kid Eternity en su descenso al infierno para ir en busca de su mentor (El Sr. Guardián) prisionero también de las fuerzas del mal. Sazónese todo esto con un sacerdote y asesino desquiciado, Jack el destripador en busca de su padre, una muchacha perseguida por demonios, mucha magia, un infierno de fin de siglo y un adolescente impúdico y desenfadado con el poder de la eternidad en los labios. ¿Me siguen? No se preocupen, no les he contado más que el principio del desmadre. El verdadero tema está aún por aparecer: El caos y el orden, el cielo y el infierno, uno necesitando siempre del otro, el uno reflejo especular del otro, tan dependientes como antagónicos. |
El desencanto de Kid Eternity es que pareciera no haber diferencia alguna entre uno y otro. Aparecen las metáforas de lo que Morrison percibe como polaridades convencionales, creaciones que se nos han impuesto como nociones opuestas. Nuevamente surge la idea de una conspiración entre poderosos, en cuyas manos los seres humanos son meros peleles sin voluntad. Al respecto, recuérdese los referentes previos sobre el tema: Animal man que presenta al propio Morrison como titiritero de la vida del personaje; luego el sorpresivo desenlace de la Doom Patrol que nos revela el oscuro juego que uno de los personajes ha venido desarrollando desde el comienzo de la serie y cuya confesión nos obliga a releerlo todo desde una nueva mirada. Tampoco debemos excluir el ascendente mórbido e insano aportado por el Joker y los traumas infantiles que hacen del propio Batman un prisionero de sí mismo en Arkham Asylum. Morrison se ríe del libre albedrío y disfruta (a ratos irónicamente) con la posibilidad de la salvación que está en ser capaces de darnos cuenta de que aún vivimos sólo en la superficie de la realidad. ¿Estamos dispuestos a ver más allá? ¿Podremos soportarlo? Este tema volverá a ser desarrollado por el autor con mayor detención en Los Invisibles. Con Kid Eternity, Morrison hace nuevamente directas alusiones al Tarot, la carta de la rueda de la fortuna, aparece una y otra vez. Todo gira, rota, el ciclo se cumple a través de los eones, Morrison habla de la reencarnación y elabora su propia teoría sobre el origen ("La primera caída fue de No dualidad a dualidad. Arriba y abajo. Esto y lo otro. Subjetivo y objetivo. Bien y mal. Orden y Caos".) Nuevamente aparecen los mecanismos del reloj, como símbolos de un orden superior perfectamente exacto, las ruedas giran en la oscuridad, detrás del telón: "Ya ves que todo encaja perfectamente - dice Kid Eternitiy al finalizar la historia- el plan es perfecto. Debí suponerlo". Una vez más todo parece terminar de manera auspiciosa pero Morrison sella el relato con un epílogo ambiguo pero elocuente: "Soñé que veía el infierno, que era un árbol enorme que llenaba todo el horizonte y desaparecía en un remolino de nubes. Lo más grande que ví nunca. Y... bueno había espinas en las ramas y, clavados a las espinas, había gente. Billones de gente, llorando y gritando e intentando tocarse. Atrapados para siempre en el infierno. O quizás era el cielo ¿Cómo voy a saberlo?" |
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Continuará |