CLAMTON: LA VERDAD SOBRE PLANTAS Y �TOMOS

Carlos Reyes

El nombre de Claudio Galleguillos tal vez no les diga nada, pero si les digo que ese es s�lo el pseud�nimo del desaparecido Clamton, entonces, un minoritario grupo de seguidores del comic Chileno asentir�n afirmativamente ante su menci�n.

El se�or Clamton public� su escueta, pero contundente obra en la dictatorial d�cada de los 80. Sus p�ginas fueron cobijadas por la revista Trauko, la que incluso public� un volumen compilatorio del autor en junio de 1990: �Planetas, Cerebros y �tomos�. Mismo que ahora tengo frente a m� mientras redacto estas l�neas.

�Qu� hay en este joven autor que sigue seduciendo a tantos nuevos lectores? Ciertamente, queremos creer, que no es producto del mito tejido sobre su desgraciada y prematura desaparici�n, sino que gracias a su cualidad de autor, esa impronta personal que supo dar a su trabajo algo diferente al resto, en un momento en que todo iba en contra de la creaci�n art�stica en Chile, mucho m�s que ahora en que, por decir lo menos, es algo a�n dif�cil.

El trazo sucio, el achurado excesivo, tan cercano al Comix (ese basti�n de la contracultura), la ausencia de historia, el devaneo filos�fico y un onirismo lleno de intranquilidad son algunas de las marcas del territorio mental de Clamton. Al respecto el propio autor dir�: � Me interesa una comprensi�n del universo, un encuentro entre lo que parece incoherente y otras personas. Quisiera que los dem�s entendieran lo que hago. Pero no me importa lo que piensen de lo que yo haya hecho. S� que va a haber gente que va a apreciarlo. Aunque sea poca, me basta, porque para m� son gente amiga� (1)

Como para tantos otros autores, el sistema de escritura y dibujo autom�tico fue fundamental para que el joven Clamton plasmara en el papel sus abigarradas y tortuosas experiencias �Cuando trabajo- dice en la introducci�n de su libro firmada por Aloas Kino- no recurro tanto a la parte consciente como a la inconsciente, que se relaciona exactamente con lo que estoy dibujando. Despu�s lo leo, y al final siempre hay un resultado coherente con toda la historia�(2)

Y ciertamente sus paisajes on�ricos, y a veces pesadillescos, est�n llenos de alusiones conscientes o inconscientes a �rganos, plantas, espinas, c�lulas, virus y seres fant�sticos rodeados por la indiferencia y crueldad de una naturaleza despiadada, lanzada en un cotidiano avance hacia la entrop�a, como si el dibujante quisiera descifrar esos mundos poblados de vida y muerte que habitan nuestros cuerpos. Clamton podr�a ser un hijo bastardo del cineasta Canadiense David Cronenberg, pues al igual que �ste, anuncia el cambio, la mutaci�n y la enfermedad que subyace bajo nuestra carne y dentro de nuestras mentes. Sus c�mics disectan el espacio y la carne con una lucidez lapidaria. Leer a Clamton provoca y afecta.

Sus personajes siempre solitarios declaman textos que acent�an el absurdo de sus vidas. La breve pero bella BaalBeq concluye con un texto fundacional para entender la pesimista cosmovisi�n de Clamton: �Querido Padre, te debemos la vida, pero sabemos que en la grandiosidad del cosmos, t� eres nada...�(3)

Las palabras escurridizas, incompletas son tambi�n fuente de an�lisis para el dibujante. Los textos y los t�tulos de sus c�mics son parte fundamental de una puesta en p�gina, a veces ca�tica. Su propia graf�a manuscrita, a ratos llena las p�ginas de texto, provocando el v�rtigo del lector y otras veces se vuelve una sutil voz omnisciente que nos narra los extra�os procesos fisiol�gicos de los personajes de sus No- historias:

�Quiero que cada letra sea un dibujo en s� misma- dice Clamton- , no una escritura. Las palabras son omnipotentes. S�lo designan sonidos, as� es que hago juegos de palabras. Escribo Klamhton con C con Q con K (...) la escritura es un juego menor del hablar modulado a trav�s de la lengua�.(4)

A modo de ejemplo de esto, diremos que en �La intranquilidad�, c�mic que cierra el libro, los globos de texto asumen tridimensionalidad. Llenando las vi�etas con su peso y volumen. En �El Farista�, especie de declaraci�n de principios del autor, el afectado texto llena las p�ginas en un intento por comunicar el caos interno: �Ya no importa qui�n muera y qui�n sobreviva, el ritmo se mantiene, la ilusoria inteligencia es un detalle insignificante en el ritmo interminable de la vida�(5)

Los paisajes de Clamton a veces recuerdan lejanamente al surreal mundo de Krazy Kat, pero muy lejos del divertimento. Habitar los planetas mentales de este autor equivaldr�a a aceptar ser una algo en medio de una gran nada m�s cercana al infierno que al para�so.

Yo jam�s conoc� personalmente a Clamton, pero creo que es muy bueno que hoy se reconozca y revisite su trabajo, que se hable de su obra. Creo que es bueno que se siga vendiendo su libro recopilatorio en alg�n perdido stand de alguna feria del c�mic. Creo que se merece que j�venes del nuevo milenio, delirantes e inquietos buceen en su universo ochentero, pero no puedo evitar pensar que mucho m�s fue lo que necesit� en su momento o tal vez menos. No lo s�. Tal vez necesit� que muchos de nosotros hubi�semos estado m�s cerca, aunque s�lo fuese para disfrutar en silencio de su universo, tan personal como desquiciado.



(1) Clamton: �Planetas, Cerebros y �tomos�. Chile, Trauko Fantas�a, 1990. pp. 5 (2) Clamton: �Planetas, Cerebros y �tomos�. Chile, Trauko Fantas�a, 1990. pp. 4 (3) Clamton: �Planetas, Cerebros y �tomos�. Chile, Trauko Fantas�a, 1990, pp. 23 (4) Clamton: �Planetas, Cerebros y �tomos�. Chile, Trauko Fantas�a, 1990, pp. 6 (5) Clamton: �Planetas, Cerebros y �tomos�. Chile, Trauko Fantas�a, 1990, pp. 27

Clamton, alias Claudio Galleguillos, naci� en 1968, en La Serena, Chile.

Una de las habituales "creaturas org�nicas" de Clamton.

La palabra como imagen en el trabajo de Clamton.

El personaje solitario en un universo surreal es una de las caracter�sticas del trabajo del autor chileno.