Comics educaci�n y toleranciaUdo Jacobsen |
Hace un tiempo atr�s se me invit� a dar una charla sobre arte y educaci�n. El tema part�a, m�s espec�ficamente, de una pregunta clave: �por qu� ense�ar arte en las escuelas? Lo que al principio me parec�a algo interesante de analizar poco a poco se fue convirtiendo en mi �nimo en algo inquietante. Lo que hab�a detr�s de esa pregunta era en realidad otra pregunta: �se siente la necesidad del arte en la educaci�n?
La pregunta hab�a sido formulada por parte del proyecto MECE (Mejoramiento de la Equidad y la Calidad de la Educaci�n) que depende del Ministerio de Educaci�n. Si las autoridades se formulaban esta pregunta no quer�a imaginar qu� pasar�a en el �mbito escolar, tanto por parte de los alumnos como de los profesores. De hecho, la charla estaba estaba dirigida a los profesores y cont� con una asistencia tan baja (por muchos motivos, como el d�a y el horario, por ejemplo) que nunca la he contabilizado como una de mis actividades en mi curr�culum. Eso termin� por generar otra serie de preguntas en mi mente que han hecho anclar en m� muchas dudas respecto de la educaci�n en nuestro pa�s. No voy a explayarme aqu� sobre los temas posibles que devendr�an de una discusi�n sobre la educaci�n en nuestro pa�s sino concentrarme s�lo sobre algunos datos relativos a la actividad creativa en las escuelas, los liceos y los colegios. Nuestro pa�s tiene muchas caracter�sticas idiosincr�sicas bastante particulares. El otro d�a viendo televisi�n me llam� la atenci�n la profusi�n de spots publicitarios de remedios (contra el resfr�o, contra el dolor de cabeza, contra los piojos, los hemorroides, los gases, etc.). Mi compa�era hizo en seguida el siguiente alcance: es como Chile, se atacan los s�ntomas pero no las ra�ces de los problemas. Eso hizo que me imaginara un Chile como uno de esos payasos de circo que visten una chaqueta colorinche llena de parches. No tienen realmente una chaqueta; tienen una serie de parches con forma de chaqueta. En nuestra educaci�n se ve algo similar. �Qu� es lo que realmente se nos ense�a? Voy a recurrir a mi experiencia personal. Vivo al lado de una escuela (espero que no por mucho tiempo porque la bulla es insoportable). He tenido la oportunidad de escuchar peri�dicamente los discursos de los profesores y de la directora del colegio cuando tienen a los ni�os formados en el patio. "Hoy vamos a aprender algo sobre la vida de..." Eso lo escucho respecto de... todos los a�os. Pero no recuerdo haber escuchado el por qu� ... hizo tal o cual cosa, o qu� relevancia real tuvo para el desarrollo del pa�s. Es como en la religi�n. Se trata de dogmas de fe que no se cuestionan. Son hechos (aunque la historia ha demostrado suficientemente que lo que nos ense�an en las escuelas no fue necesariamente as�). Atacar los s�ntomas, no ver a trav�s de los s�ntomas; ah� es donde nacen los prejuicios. Otro bot�n de muestra: "Usted, s�, el de la segunda fila. Venga para ac�. �Por qu� lleva el pelo sobre el cuello de la camisa? �Acaso es mariquita?" Esto delante de todo la escuela. Los prejuicios como forma de ver llevan frecuentemente a la humillaci�n como modo de operar por parte de quienes tienen el poder. �Los c�mics? Esas son cochinadas, no son para ni�os ni para gente decente. Participando una vez de una de las reuniones para preparar talleres de capacitaci�n para profesores del proyecto MECE me contaron la siguiente historia. En el norte se les inform� a los profesores sobre los talleres que se iban a impartir. Uno de estos talleres era el de c�mics. Una profesora se acerc� al monitor y le dijo que no hab�a entendido del todo el prop�sito de los talleres. Se supon�a que se formaran los talleres, se guiara a los j�venes en los rudimentos b�sicos y luego se les dejara realizar solos las actividades. Pero si se hac�a un taller de c�mics hab�a que estar permanentemente ah�. �Por qu�? Porque no se sabe qu� pueden dibujar. Caracter�stico de nuestro pa�s. Las cosas se miran por encima. Se observan los s�ntomas y se atacan. Cuando me duele la cabeza tomo una aspirina y ya. No me pregunto qu� provoca el dolor. Cuando realic� esos talleres me encontr� con algunas oposiciones (menos de las que esperaba, para mi sorpresa). La mayor�a de ellas estaban relacionadas con el temor a perder el control sobre lo que los j�venes pod�an hacer en esos talleres. Y sobre todo si se trataba de c�mics, porque la mayor�a reconoc�a que no los entend�an y por lo tanto no sab�an c�mo enfrentarlos. Una actitud caracter�stica frente a esta situaci�n es la censura. No aquella que puede nacer de la necesidad de conciliar distintos intereses sino esa brutal censura de la expresi�n que no es sino una manifestaci�n de la represi�n y la ignorancia. Quiz�s sea esta misma situaci�n la que ha provocado que los c�mics se hayan cubierto de un aura maldita frente a la sociedad. Sin embargo, en otros pa�ses menos prejuiciosos que el nuestro (no digo que no tengan otros defectos) los c�mics han sido integrados a la vida diaria como un modo m�s de aprender, conocer el mundo, imaginar, expresarse y entretenerse. En Francia, por ejemplo, es usual encontrar c�mics que son utilizados para la educaci�n. Un modo realmente fascinante de aprender historia lo ha demostrado, por ejemplo, la colecci�n realizada en Espa�a para conmemorar el quinto centenario del descubrimiento de Am�rica. Italia y Francia han realizado sus respectivas historias en c�mics. Aqu� en Latinoam�rica, Argentina ha demostrado con creces que la historieta es un veh�culo m�s que adecuado para conocer su propia historia. Pero no s�lo para conocer nos sirven los c�mics. Quiz�s una de las primeras manifestaciones placenteras de un ni�o sea el dibujo: trazar y manchar sobre todo lo que pille (murallas incluidas si uno se descuida). Ese hecho (frecuentemente reprimido por nuestra ense�anza normativa del arte) junto a las caracter�sticas ling��sticas del c�mic, lo hacen un medio m�s que adecuado para aprender a manejarse con el lenguaje escrito y el de las im�genes. Si sumamos a estas caracter�sticas el hecho de que estamos viviendo en una sociedad que integra cada vez m�s las im�genes y sus relaciones con la lengua como un modo privilegiado de comunicarse, tendremos que el c�mic no es s�lo uno de los medios m�s adecuados para explorar estos modos de comunicaci�n sino que su lectura anal�tica nos puede ayudar a comprender los mecanismos en que se basan los lenguajes de la imagen para comunicar. A todos se nos ense�a a leer desde ni�os porque nuestro modo de comunicarnos es preferentemente ling��stico, pero no es el �nico modo en que nos comunicamos. Quiz�s tambi�n deber�an ense�arnos a expresarnos con las im�genes. Los que estudian profesiones relacionadas con la comunicaci�n a trav�s de otros medios no exclusivamente ling��sticos lo saben muy bien. Ellos deben aprender una serie de nuevos c�digos con los que se manejan estos otros lenguajes. A diario estamos comunicando con nuestro cuerpo, nuestro modo de vestir, nuestra manera de expresarnos verbalmente. Tambi�n, todos los d�as, recibimos informaci�n a trav�s de los diversos medios de comunicaci�n como la televisi�n, los carteles callejeros, las pancartas en el metro o en las micros, etc., y la mayor parte de las veces no somos capaces de comprender conscientemente qu� es lo que realmente nos est�n diciendo. El tema es mucho m�s amplio de lo que permite este espacio. S�lo me gustar�a hacer notar que ser�a bueno que las bibliotecas de nuestras escuelas y nuestros textos escolares incluyeran el c�mic. Tambi�n me gustar�a pensar que los c�mics (como ya sucede en algunos colegios) fuese integrado como materia en los programas de ense�anza. Por �ltimo, a este respecto me gustar�a mencionar la existencia de algunos libros adecuados a estos intereses: La T�cnica del C�mic de Josep Mar�a Be�, C�mic y Arte Secuencial y La Narraci�n Gr�fica de Will Eisner y C�mo se Hacen los C�mics (mala traducci�n de Understanding Comics [Comprendiendo los C�mics]) de Scott McCloud. |