Grant Morrison: La Realidad Es Un Travesti
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Por Carlos Reyes G.
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Quinta ParteEl Minimalismo deUn Vaso De Agua |
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En las viñetas, frente a nosotros, vemos a Irene. “La gente no entiende de romances hoy en día”- nos dice. Es una mujer de unos 40 o 45 años de edad y viste tan recatada como una monja o una anciana. Nos confidencia cosas, poco a poco nos enteramos que es soltera y que dedicó toda su vida al cuidado de su padre que ya ha muerto. Nos cuenta que es bibliotecaria, aficionada a la poesía, la literatura romántica y el arte prerrafaelista. Nos vamos enterando del escaso nivel de relaciones sociales que ella tiene y que cuyos únicos ejemplos son las obligadas interacciones con sus compañeros y compañeras de trabajo, a través de sus palabras podemos vislumbrar una vida anodina y solitaria. Hasta que nos habla de su decisivo encuentro con Dennis. Este extraño que la seduce, la engaña y le roba. De tal suerte que el monólogo que presenciamos resultan ser los últimos minutos de vida de la triste Irene, antes de que la sobredosis de pastillas que ha ingerido, le provoque la muerte. | ||||||||||||
Esta es la simple y desoladora anécdota de la historia que Grant Morrison escribió en 1992 y que dibujó Dave McKean y que se tituló simplemente como: “A glass of water” (Un vaso de agua) La historia de 17 páginas fue publicada por Piranha Press y apareció en el antológico volumen 1 de “Fast Forward” (Avance Rápido) junto a la inquietante parábola “infantil” de Steve Purcell, “Toybox” y la hilarante “Epicurus, el sabio” de Messner Loebs y Sam Keith. |
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Morrison sorprende con una historia que jamás se supondría nacida de su afiebrada mente: un melodrama. La terrible historia de la sensible Irene. Pero la aparente simpleza encierra un cuidadoso trabajo y pequeñas sorpresas por parte de guionista y dibujante, y si ahondamos un poco, veremos que las obsesiones y temas habituales de Morrison, se despliegan también aquí, pero de manera nueva. | ||||||||||||
Para entender “Un vaso de agua”, es necesario detenernos atentamente en el trabajo gráfico del galardonado Dave McKean. |
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El testimonio Gráfico |
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La historia de Irene está narrada siempre en primera persona y McKean opta por la pertinencia de viñetas que enmarcan un encuadre siempre frontal de Irene, la que permanecerá todo el tiempo en su actitud estática, sentada. Esta disposición acentúa el dramatismo de su confesión casi documentalista y comunica la sensación de que el personaje se dirige a nosotros sin necesidad de intermediarios, de que nos habla directamente. Sus acciones son nulas y únicamente la rica gestualidad del personaje potencia y proyecta las emociones, las que se ven acentuadas por el uso del referente fotográfico al que McKean recurre a menudo en sus trabajos (Black Orchid, Hellblazer, Violent Cases, Cages, etc). |
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Las viñetas tienen siempre igual tamaño y distribución. Así la puesta en página de 3x3, impone un mismo ritmo, reposado, pausado, uniforme, quizás en un intento por homologar un tiempo y un espacio cinematográficos, tal y como si fuera un único y largo plano secuencia, interrumpido sólo por breves inserts descriptivos. | ||||||||||||
El uso de colores planos y unificadores de grupos de páginas y la preferencia por los grises y los colores fríos y oscuros, ayudan a enmarcar la patética historia de Irene. La propia figura de la mujer a veces es vista como un simple boceto desdibujado, otras como una fotografía levemente retocada y otras como una imagen tratada con texturas y tramas, como si se quisieran adjetivar los diferentes estados anímicos y la progresiva desintegración de Irene. Mckean parece querer distanciarnos constantemente de la historia a través de la evidenciación constante de recursos y tratamientos gráficos a modo de “extrañamiento”, abandonando por completo el uso de un viñeteo irregular y con una absoluta ausencia de signos cinéticos y onomatopeyas, al más puro estilo realista de Moore. El entorno es absolutamente despojado y el decorado reducido a una ventana, una silla, una mesa y un vaso, los que incluso tienden a desaparecer varias veces, para dejar sólo la imagen de Irene en la viñeta. McKean deja de lado toda la pirotecnia visual del Photoshop, que tan bien disfraza en sus trabajos y las capas de pintura de Arkham Asylum, al igual que el relato se presenta libre de alteraciones temporales. La gráfica está totalmente al servicio del guión. |
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El monólogo |
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Morrison, por su parte, logra que el tiempo de la historia (lo que se cuenta) sea exactamente igual al de lo narrado (cómo se cuenta). Así el tiempo diegético del comic, es igual al tiempo de su lectura. Las analepsis o vueltas al pasado, se logran a través de los constantes recuerdos de Irene, los que se nos ofrecen sólo a nivel de sus propias alocuciones y jamás son visualizados, cómo sucede habitualmente, quizás en otro intento por no querer romper “el realismo”. Quizás por esta misma razón, Morrison ha preferido el uso del globo o balloon, al del cartucho explicativo,que es percibido como un artificio de mayor convencionalismo. | ||||||||||||
Irene monologa, verbalizando así todo el fluir de su conciencia, intimando con el lector(a), su único(a) confidente. Estos comentarios, sus miradas delatan constantemente nuestra presencia, nuestra intrusión. A través de Irene, Morrison alude nuevamente a Byron, Shelley, Coleridge y el tema de la muerte empieza a asomarse una y otra vez. Irene conoce al dedillo la vida y los suicidios de varios de ellos. Manifiesta cierta “debilidad por los sensibles”, nos dice cuando se refiere al desaparecido Bryan Jones de los Rolling Stones. Vuelve a juguetear con el tema del suicidio cuando habla de haber representado de niña a Reynaldo en Hamlet y luego cuando alude al famoso cuadro de Millais sobre Ofelia, muerta de amor por el príncipe de Dinamarca. |
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Así la elección de quitarse de la vida, resulta para Irene una oportunidad de dramatizar y evidenciar una suerte que la acosó toda su vida como imposición y de dar a sus últimos momentos, una connotación de importancia y arte, de la que su vida siempre estuvo despojada. | ||||||||||||
La riqueza psicológica de Irene se escapa al común personaje maniqueo y unívoco de algunos comics. Ella resulta estar en las antípodas del feminismo y se corresponde más bien al modelo romántico al que alude constantemente. Es prisionera (al igual que Batman, Animal Man, Kid Eternity y los freaks de la Doom Patrol, lo son de sí mismos o de las mentiras que ellos u otros se han construido para sobrevivir), vive de imágenes míticas, necesita fantasías que la sustenten. Morrison cita una vez más (Shelley, Millais,Los Rolling Stones), busca la conexión improbable, revisita el drama y hace su propia versión del suicidio de Elizabeth Siddal, toma formas y contenidos del pasado y los tensiona en el presente, como un anacrónico nostálgico en sincronía perfecta. Y lo hace con elegancia. Sin duda, “Un vaso de Agua” es una pieza en apariencia desconcertante en el trabajo de Morrison, pero una clara muestra de que el registro es sólo el medio para decir lo que nos proponemos. Jamás presenciamos el final de Irene. Después de que ésta ha concluido su confesión, sólo en un par de viñetas se nos muestran parte del frasco de pastillas y una rosa ( “Quiero que digan concluye Irene-, “tenía una sonrisa en el rostro”. Quiero que digan, “Era muy romántico”. Pero no pude comprar un ramo. No con mi sueldo”) El desenlace está exento de grandilocuencia, el drama es personal y pequeño, sin repercusiones, ni alborotos, sin peleas sobre edificios semidestruidos, ni peroratas sobre el bien y el mal, sin rayos ni superpoderes, modesto y despojado. Como muchos. Dos años después de “Un Vaso de Agua”, Morrison guionizará su segunda novela gráfica: Mistery Play, una obra oscura e inquietante en la que el detective Frank Carpenter se empeñará en descubrir al asesino de Dios. |
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Continuará...
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