A fin de cuentas se trataba de algo similar: publicar con muy bajos costos revistas de pequeño formato, en blanco y negro, rebelándose contra el sistema, lanzando un grito que ojalá se escuchará en todas partes (aunque las tiradas más grandes contaran con 500 ejemplares). Había que hacer algo a toda costa y nadie sabía mucho como hacerlo, pero se hizo de todas maneras, como se pudo, contra todo. En esta época nacieron muchas publicaciones. Nos juntábamos en la casa de alguien empezábamos a darle duro a la discusión. ¿Qué tipo de revista haríamos? En realidad nos preocupaba más publicarlo todo que tener una línea editorial clara, eso vino en realidad más tarde. Las primeras publicaciones, con alguna honrosa excepción, eran recopilaciones de todo. Bastaba con saber expresarse de alguna manera a través del dibujo y en una secuencia y que todo fuera más o menos comprensible para que llegara a las páginas de la revista. Eso, más o menos fueron las primeras publicaciones, como Sudacas +Turbio, Gnomon, Matucana o Beso Negro. Sin embargo, pocas tuvieron larga vida. Matucana se recicló en democracia como revista de quioscos. Quizás la única que murió, tras un importante número de seis ediciones, fue Beso Negro. De hecho, fue quizás la que más en serio se tomó eso de una cultura alternativa, asociada además a otras manifestaciones artísticas de la época (como la poesía y la música). Sin embargo, la mayor parte de los incipientes historietistas de entonces fueron entrando en producciones más ambiciosas (Ácido, Trauko, Bandido, Raff, El Cuete) y fueron viendo como las publicaciones caían una tras otra. Otros, una buena parte, terminó buscando horizontes más seguros en la publicidad y el diseño. La verdad es que todavía algunos de los que quedamos de esa generación seguimos de una u otra manera haciendo lo nuestro a partir, generalmente, de proyectos propios. Es el caso de Gonzalo Martínez, Martín Cáceres, Christiano, Jucca o yo mismo. Otros han entrado más tardíamente y alguno, como Máximo Carvajal, ha estado antes que nosotros pero sigue caminando a nuestro lado (lo que nos hincha de orgullo). Quizás, en líneas generales, lo que distingue a las generaciones es el tiempo que a cada una le ha tocado vivir. Pero no es menos cierto que la supervivencia real de las generaciones depende de las respuestas que tiene para esos tiempos. Creo que aquella generación que algunos ven como heroica, que otros piensan que perdieron el tiempo y que otros critican por su hermetismo, es una generación que todavía sigue trabajando y que lo único que no se le puede cuestionar, y que no me atrevería a cuestionar a nadie, en el fondo, es su amor por la historieta. Y es ese amor que todos tienen por lo que hacen lo que permite que esto sobreviva (y en la actualidad esa condición de supervivencia no ha cambiado demasiado, a pesar de que se lea más - claro que se leen otras historietas). Lo que nos lleva a pensar que en realidad se trata de una especie de apostolado (sin ánimo de volverme demasiado dramático) o por lo menos, se trata de vocación. |