POR CARLOS REYES G.
El talentoso Santiago Sequeiros, dibujante español nacido en Argentina, es todo un personaje. Nadie que lo haya visto dejará de recordar su siempre desgreñada cabellera, su voz aguardentosa, sus ojeras permanentes, su humor a toda prueba, su predilección natural por las fiestas, los líquidos espirituosos, la buena charla y su alta resistencia en las juergas. Pero por sobre todo, difícilmente olvidará sus impresionantes dibujos. Todo ello lo convierten en el mejor amigo que un festival de historietas puede otorgarte.
De joda en medio de una apoteósica celebración, y rodeados de un público expectante ante cada sentencia, nos sentamos a conversar. Esto es, completo, sin cortes ni concesión alguna, lo que el grabador recordó.
UN GAMBERRO COMO CUALQUIERA
Ergocomics: Tú naciste por casualidad en Buenos Aires en el 71 y yo nací el 67. Por tanto yo podría ser tu padre…
S.S.: (Risas) No jodas. Podríamos ser hermanitos, tú eres el hermanito mayor.
E: ¿Cómo llegaste a ser un nerd, como todos nosotros?
S.S.: (Risas) No fue culpa mía… estaba gordo. No adelgacé hasta los 19 años.
E:¿Cómo fue? ¿Empezaste a estudiar arte?
S.S.: No, no estudié nada
E: ¿Eres un gamberro? ¿Eso quieres decir?
S.S.: (Risas) No, es que desde que yo era pequeño… desde que recuerdo dibujaba. Creo que empecé a dibujar en las batallas. Juntas monigotes en dos bandos y con el color rojo vas disparando. Pero ya luego dibujé algo más en serio, a gentes que son algo más que una bolita y un palito. Y bueno, no tenía muchos amigos, vivía en Madrid. Nadie me querí, en fin, pues me encerraba en mi cuarto y como me aburría, dibujaba y empezó a gustarme. Y me gustaban mucho los tebeos. Los compraba todas las semanas, robaba tebeos de los quioscos. Bueno, robé dos o tres. Mi padre ganaba una mierda de paga y entonces tenía que robarlos y… nada. Fui así dibujando y después de vivir en Madrid nos mudamos a Vigo, en Vigo otra vez sin amigos. Acababa de llegar… segundo o tercero de bachillerato y entonces estuve dos años o tres y de nuevo lo típico: muy encerrado y ahí a través de un fanzine conocí a Carlos Portela. Un tipo que estaba estudiando en la universidad, que era mayor que yo y que editaba un fanzin y yo le mostré mi mierda de dibujo que eran con narizotas en esa época y todo. Y le caí bien, o lo que sea y entonces empezó él a mostrarme material. Lo primero que vi de José Muñoz, me lo enseñó este Carlos. Entonces para mí era la única gente con la que hablaba, o sea, mi válvula de escape era ir cada semana a su casa y leíamos. Tenía una biblioteca enorme y todo y yo digo “wuaaaaaaaaaaa” era como un niño en una pastelería comiendo como un animal…
EN EL COMIENZO FUE EL TÓTEM
E: Tu primera publicación fue…
S.S.: Mi primera publicación fue en Vigo, en el Faro de Vigo, en el periódico, pero eso era porque el tipo que editaba el periódico era amigo de un amigo de mi padre, o sea, una de estas cosas así tremendas y bueno, la historieta era una mierda y salía los fines de semana como un suplemento muy cutre, porque era un periódico cutre. Ahora ya profesionalmente en serio, cuando ya vivía en Sevilla, a los 17 años, mandé una serie de pruebas a la Imagen de Sevilla. Era como una especie de “Madriz”, no sé si conoceis el “Madriz” con Z. Es una de estas revistas modernillas. En esa época hubo como un boom de esto del comic y los ayuntamientos subvencionaban una especie como de revistas modernillas para, por supuesto lo típico, la delegación de juventud del ayuntamiento está con los jóvenes. Te damos esta pasta y bueno… nunca he cobrado tanto como el primer trabajo que hice, la verdad es que pagaban de puta madre. Y ahí publiqué mi primera historieta que era de un supulturero que entierra una muerta y se va con ella a casa y es su mujer y la quiere mucho, en fin, todo así muy triste y al final se suicida. Y con ese trabajo me fui a Barcelona y a enseñarlo por ahí. Sólo llevaba ése, fui totalmente inconsciente. Tenía 17 años, era muy pequeño y me creía que todo era así como fácil. Tuve suerte, en todos los sitios me dijeron que no, hasta la última que fue la de Toutain.
En el Totem les gustó lo que hice al parecer y me contaron años más atrás, al parecer alguien llamó a Fernando de Felipe y le dijo: “Hostia!, no te lo vas a creer! Acaba de venir un tipo que es una mezcla de José Muñoz y Joel Peterwickle. En esa época Joel Peterwickle no era tan conocido y entonces empecé a publicar en Totem. Me pagaron el primero, el segundo ya me lo dejaron a deber. Al final me acabaron debiendo 100 mil pelas. En todo el mundo el comic se iba a la mierda y ya me di cuenta de que tenía que ponerme a estudiar algo y entonces estudié Diseño Gráfico… para intentar ganarme la vida. Y luego seguí publicando en el Totem, pero ya con menos páginas, porque me parecía una tomadura de pelo… y entonces empecé a intentar pensar en esas historias cortas, yo ya me había inventado La ciudad de la Mala Pena y todas mis historias cortas transcurrían en la misma ciudad.
DE TEBEOS Y HERMAFRODITAS
E: ¿Qué temáticas recorrían esas historietas?
S.S.: Es La Mala Pena. Ahora, ya no hago lo mismo, simplemente he madurado. Es el rollo del horror adolescente, del amor adolescente, bastante mórbido, bastante perversillo. Es la ciudad de la Mala Pena, donde enterraron a Dios, enanos volatineros y campesinas ninfómanas, y entonces al igual que las ciudades que se crean alrededor de una estación de ferrocarril o de un puerto marítimo, esta ciudad se crea alrededor del cementerio donde enterraron a Dios. Entonces todos los personajes tienen en común esta especie de fatalismo total, una cierta ternura un poco rara y que están todos muy, muy jodidos. Todos mancos, todos tullidos o les falta algo.
E: Ayer nos mostrabas la historieta del tipo que era alcohólico. ¿Cómo se llamaba?
S.S.: Nostromo Quebranto, esa fue después de hacer Ambigú que es más adolescente. Ambigú fue el primer albúm que hice. Es de un justiciero hermafrodita católico y bisexual, que tenía una máscara de cuero y una gabardina. Bueno, no es del todo hermafrodita, es que creía que el era hermafrodita, era simplemente que en vez de polla tenía coño. Es un hermafrodita raro. Entonces, ahí lo que invertí, es sobre todo el rollo del tema de amor, o sea, había unos enanos que se peleaban en un teatro y se querían, eran un matrimonio: El Matrimonio Martirio y la gente pagaba por verlos. Pero todo era sobre relaciones. En Nostromo Quebranto, como ya había crecido un poco más, todo se centra más en un solo personaje, en el alcoholismo que tiene y en el vacío existencial y en lo que te falta y en un rollo un poco más abstracto. Y la tercera historieta que publiqué, que era el To Apeiron. Digamos que ya estaba hasta los huevos de intentar buscar algo en el vacío, porque no encontraba un carajo, entonces el personaje simplemente es como si hubiera vuelto de ese vacío y lo único que le interesa es que le paguen un par de copas, entonces se pasa todo el tebeo filosofando, filosofando con palabras floridas y tal, pero todo el rato para poder beber gratis sin quijotismos.
LA ESCRITURA EGOCÉNTRICA
E: ¿Qué es lo que te impulsa a seguir dibujando?
S.S.: Escribir. Dibujar no es lo que me importaba cuando hacía historietas. Dibujar también estaba bien, pero sobre todo escribir y la narración. Por que dibujar me gusta, pero para dibujar ya lo hago en El Mundo. Hago trabajos comerciales que te exigen que tu estilo se adecué. Cuando hago por ejemplo, en El Mundo, no puedo hacer un tipo con un pollón de este tamaño, porque no me dejan. Pero lo que es el trazo, difiere a lo mejor un poquito, porque suavizo un poco para que no me echen. El tema del dibujo puedo hacerlo sin tebeos, pero la escritura y la narración, eso sí, lo hago por los tebeos.
E: En tus historietas cuentas mucho de ti…
S.S.: Bueno, soy un egocéntrico salvaje y luego es que conozco muy poco de mí y si tuviera que hablar de otra cosa… no sabría que decir de tí, por ejemplo, bueno podría insultarte… (Risas)
E: Haz vivido varias cosas muy extremas. Viviste en EEUU, en la calle, cosas así. ¿La vida te llevó para allá? ¿O era parte de este personaje que vive y cuenta historias?
S.S.: Bueno, en cierto sentido puede que una mezcla. Me cerré todas las puertas para acabar tirado en la calle, pero durante sólo unos días. Me sacó de ahí Sofía, mi mujer. Mi padre nunca supo nada. Si hubiera llamado, también me hubiera sacado. Podría haberlo evitado y de hecho sólo estuve dos días. Lo que pasa es que mi padre y yo estábamos peleados en esa época y hay orgullo y toda esa historia. Ahora, todo eso no me sirvió. Lo que me ha servido para dibujar no es lo que yo he vivido, sino sobre todo lo que no viví cuando era adolescente. Me acuerdo que realmente era una ebullición. Sin embargo y ahora que he vivido, creo que bastante más, digamos que ya no tengo esa necesidad tan urgente de contar, por eso que hace mucho tiempo que no hago un tebeo gordo. Porque claro, un tebeo es una cosa muy sacrificada. Tardo muchísimo tiempo, tengo que currar mucho y no me pagan nada (Risas) y además tengo que pagar el alquiler. Lo hacía por pura necesidad, por instinto… una especie de… droga dura. Para sentirte como que haz hecho algo, como que estás creciendo por dentro.
E: ¿Cuáles son tus influencias? Porque tienes un trazo muy hermoso…
S.S.: De línea… hombre, desde el principio fue José Muñoz, o sea la mancha y toda la historia es José Muñoz puro y duro. Lo que sí es que hace unos 5 o 6 años me encontré con un libro de Taschen de George Grosz que sólo hace línea y me fascinó. Ahora intento mezclar. Cuando hago tebeos por ejemplo, Muñoz sigue estando mucho porque no concibo una escena sin manchas, no sé por qué. Es una debilidad y hay gente que lo hace con línea y le queda de puta madre, pero yo necesito la mancha negra. Cuando hago ilustración puedo dejarme llevar por una línea. Empezar por un lado, acabar por otro y mirar luego a ver qué ha salido. Mi principal influencia es Geoge Grosz A nivel de narración la primera influencia para mí es Frank Miller y a nivel de textos, Valle Inclán, Onetti también. Onetti me dejó hecho polvo una época. Me leí cuatro o cinco libros suyos seguidos y realmente, joder, acabé depremidísimo, pero el tío escribe de putamadre. Y hay más escritores y más dibujantes, hay de todo. Hay muchos… como Max y es que si empiezo ya me olvido de… Gallardo. Me olvidó de los secundarios, de los extras.
LOS CHAVALES FRANCOTIRADORES
E: ¿Perteneces a una generación especial de dibujantes?
S.S.: Ninguna, es que estoy justo en medio. Yo no estoy en la época del primer Víbora, No estoy en la generación de Max. Tampoco estoy en la de Fernando de Felipe, de la gente que empezó en los 80 y tampoco estoy en la que está ahora, la de Luis Durán, Fermín Solís… Miguel Brieva no sé que edad tiene, pero empezó también hace sólo unos años. Yo empecé a los 17, estuve justo en el termino medio. De todos modos hay gente joven con la que realmente sí se pueden encontrar vínculos en común. En mi caso, Miguel Brieva y yo, no tenemos absolutamente nada en común, aparte de ser unas estupendas personas.
E: No se juntan a trabajar…
S.S.: No, es que el tema de la solidaridad en España (Risas) Yo creo que funcionó en la época de los 80 en Barcelona por la eclosión. Sí que se juntaban los autores, porque además ten en cuenta que había una industria, entonces se juntaban porque les interesaba el asunto. Estaban muy pendientes, pero ahora… eso que dices no existe.
E: ¿Qué existe hoy?
S.S.: Pues existen los francotiradores, chavales que dibujan mucho y editores que no les pagan a los dibujantes pero que los publican bonito y bien y que sólo les pagan si venden mucho. Y cómo nunca venden, pues entonces estarán dibujando un poco como yo, hasta los 25 años, y a esa edad ya te conviertes en un dibujante retirado entre comillas. Es cuando ya tienes que darte a la vida y tu padre te hecha de casa y hay que pagar alquiler. Ahora lo que no hay, es esa especie de unión entre dibujantes. Hombre, nos llevamos todos bien porque al ser todos pobres, nunca hay envidias, no existen (Risas) En festivales sí, te encuentras con los dibujantes. Es curioso porque los veía más cuando vivia en Barcelona en los festivales, que ahora que vivo en Madrid. Cada uno va un poco en su volá y trabaja en lo suyo.
UN MENSAJE A LA HUMANIDAD
E: ¿Sientes que la autogestión es un camino posible, necesario o prefieres que un editor te pague?
S.S.: Hombre, no lo sé. Es que soy muy vago, prefiero que me paguen y que el otro lo edite y lo distribuya y se meta en todos esos follones. Aunque lo que me imagino que habrá que hacer al final es autogestión. En España hay editores que te publican y si vendes mucho te pagarán algo de royalties. También te pagan un pequeño adelanto. Lo que no te pueden pagar es el hecho de que tú te dediques a dibujar. Siempre tienes que tener otro trabajo y tal, con lo cual nunca podrás…bueno hay gente que hace tebeos porque les gusta, pero incluso los hace como cualquier tebeo. En mi caso soy una persona que me introduzco muchísimo en mi historieta. Que tengo que planificarla, que tengo que pensarla, que tengo que hacer el story y hasta que no está todo cerrado no empiezo a dibujar. Soy muy desordenado para trabajar, pero tengo que tenerlo todo terminado antes de ponerme a dibujar. O sea, que me costaría todo un año hacer un álbum. No puedo. Tengo un proyecto… pero llevo en ese proyecto diez años y de vez en cuando lo abro, lo miro, lo remiro. Está en proyecto con páginas de storyboard hechas, pero todavía no están enlazadas las escenas y me ocuparía unas cien páginas más o menos. Una brutalidad.
E: Es tu mensaje a la humanidad
S.S.: (Risas) Menudo mensaje. Es la historia de un alcohólico que está hecho una mierda. ¿Qué extraño, no?
E: Bueno hay que decir aquí que hemos visto constantemente adosadas a las manos de nuestro entrevistado, botellas y botellas de diversas bebidas de alto calibre. ¿Qué puedes decir ante esta acusación?
S.S.: … Que no se me nota (Risas generalizadas)