Este es el prólogo que escribí para la edición de la historieta «Mecha Sorren Selk’nam» de Daniel Leal en guion y Fabián Todorovic en dibujos, publicada en 2020 por la editorial Arcano IV.
POR CARLOS REYES
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Estamos frente al primer acto de una obra. Una obra de esas que, en clave de aventura y ciencia ficción, no nos hablan únicamente de fantasías distantes y ajenas si no que nos señalan, incómodamente, el presente y lo cuestionan.
El escritor Daniel Leal (Tres balas en la pampa, Los navegantes) y el dibujante Fabián Todorovic (Santiago desierto) han sabido mixturar el universo mecha japonés (el mismo que comenzó oficialmente para mí cuando de niño me fascinaba con las aventuras de Mazinger Z, que tuvo en The War of The Worlds de H. G. Wells, un ilustre antecedente victoriano y que alcanzó en Robotech y en Neon Genesis Evangelion dos cimas de la animé) con las culturas Selk’nam y Mapuche y lo han hecho con respeto y audacia. Por eso no puedo dejar de leer estas paginas sin revisitar el accionar de un Estado como el nuestro, que ha diezmado histórica y sistemáticamente a sus pueblos originarios a quienes considera ciudadanía de segunda clase y que han sido objeto de burla y racismo generalizados por parte de nosotros, la gente de Chile.
Las tropas de la “Integridad territorial”, imaginadas por los autores en estas páginas, no son una hipérbole de la realidad, pues si atendemos únicamente a la historia reciente de nuestro país, la respuesta del Estado chileno ante las demandas indígenas ha sido siempre una represión brutal y una constante política de criminalización (ya casi una política pública) implementada en contra de las comunidades indígenas movilizadas por sus reivindicaciones. Recordemos aquí la tristemente célebre Operación Huracán y el asesinato de Camilo Catrillanca, solo por citar ejemplos cercanos en el tiempo.
Tampoco es casual que las protagonistas de esta historia sean mujeres. Recordemos como ellas fueron las creadoras del rito del Hain, cuyo secreto fue vedado a los hombres sometidos desde el principio de los tiempos a un matriarcado y cómo estos hombres, tras descubrir la verdad, las masacraron para agenciarse el poder y mantenerlas subyugadas por el miedo. Otro guiño a la realidad. Otro golpe a nuestras masculinidades tóxicas con las que hemos dañado a tantas mujeres. Otra vergüenza con que los hombres cargamos y que debemos cambiar con urgencia. De ahí la pertinencia de estas heroínas Selk’nam como Akáinik, Shénu o Kren, entre otras.
Y sí. La historieta, un medio de entretención, como el cine, la novela y el teatro, puede (y debe) abordar desde la fantasía estos temas con todos los elementos de la ficción que tiene a su haber. Leal y Todorovic han recurrido a estos recursos con calidad y lo han hecho con algo que considero fundamental en cualquier formato gráfico: la fluidez narrativa. Mis momentos favoritos son cuando Todorovic desliza sus conocimientos arquitectónicos y nos regala esas vistas en picado de las edificaciones, convirtiendo así cada habitación de la casa en una viñeta-cárcel asediada por las fuerzas del mal o cuando Leal narra con gran economía discursiva la historia del pueblo Selk’nam que el chamán cuenta en sueños a Akáinik y, por supuesto, la presencia de los espíritus del Hain, esos enigmáticos seres que han colonizado nuestro inconsciente desde las fotografías de Gusinde. Espíritus que se nos antojan verdaderas presencias alienígenas, por lo extrañas y seductoras, y cuyo sentido último se nos escapa entre los retazos de información que la historia nos ha legado y que los autores revisitan en este cómic convertidos en enormes robots de combate.
Insisto: La historieta que tienes en tus manos es, desgraciadamente, una instantánea del presente de Chile, una historia que será vista como reflejo del lado más oscuro de un país que ha pisoteado su acervo ancestral, pero también como la esperanza de que esa oscuridad puede ser barrida por la luz del cambio. Creo firmemente en el poder de la ficción y en que, a través de ella, podemos hackear la realidad. Las palabras y los dibujos conjuran el mundo. Seamos parte de este sueño en que la rica cosmogonía Selk’nam, liderada por Temáuquel, esté con nosotros y luchemos junto estas muchachas en sus robots justicieros porque sabemos que ellas están del lado correcto de la historia porque la muerte no debe prevalecer, porque el pueblo Sel’knam sigue vivo hoy entre nosotros, habitan nuestras ciudades y aún ocupan los territorios australes de Chile y Argentina acompañados por sus dioses y espíritus que cada vez me parecen más prístinos y cercanos que ese otro que pretende ser el único y verdadero.
Lo dicho: Estamos frente al primer acto de una obra. Una de esas que promete.
Que el pueblo Sel’knam permita que los espíritus del Hain estén con nosotros y nosotras.
Agosto 2020, el año que vivimos en pandemia.