Wolverine, Arma X: La condici�n humanaAntonio Lobos |
Arte y Representaci�nPodemos considerar el arte como re-presentaci�n, es decir, como la creaci�n de un microscosmos articulado circunscrito y coherente, que nos revela las leyes que gobiernan o parecen dirigir las acciones de los hombres en sociedad. El arte constituir�a una especie de paradigma est�tico de la naturaleza de la humanidad. El arte, entonces, como un espejo (del hombre, de la sociedad, del cosmos-orden), pero tambi�n un espejo que huye, un reflejo tendido al infinito de lo que el hombre quiere o podr�a llegar a ser. A veces, incluso, un espejo cr�tico que nos devuelve la imagen m�s grotesca y monstruosa de lo que somos. Para Arist�teles, la funci�n del teatro griego es la catarsis, esto es, la purgaci�n de las pasiones. La conmiseraci�n y el temor son los sentimientos que el destino tr�gico de los personajes puestos en escena deben hacer sentir a su p�blico. En esta era de los medios masivos de comunicaci�n, el cine y el c�mic ocupan el lugar que la tragedia griega ha dejado vacante en la vida de la sociedad. Ambas expresiones art�sticas comparten el dudoso m�rito de desarrollarse en la explosi�n misma de esta nueva manera de aparecer los objetos est�ticos, que es la producci�n-recepci�n mass medi�tica. Dudosa, porque en su seno se cobijan obras verdaderamente art�sticas y, por la presi�n de la industria preocupada por las leyes del mercado y de asegurar su ganancia, productos de poqu�simo valor, enfrascados entre el kitsch y la sensibler�a m�s pueril y gratuita. El C�mic en el ojo del Hurac�nEl c�mic, por supuesto, se desarrolla en el centro de esas tensiones, entre arte e industria. Sin embargo, dos fen�menos hacen de esta disciplina un lugar interesante desde el punto de vista cr�tico. El primero, es la aparici�n de creadores de excepci�n, notables guionistas, serios, cultos, informados, cr�ticos, capaces de sintonizar con el ritmo vital del hombre contempor�neo, de tomar el pulso a la sociedad, analizar sus s�ntomas y declarar sus enfermedades, y tambi�n artistas gr�ficos extraordinarios, que aportan la calidad de su trabajo para producir aquellas obras que se han transformado en hitos en el mundo del c�mic. Nos referimos a creadores como Moore, Miller, Milligan, Gaiman, Grant, De Matteis, Delano y a artistas como Sienkiewicz, McKean, Gibbons, Romita Jr., Mignola, McManus, Ciarello, entre los m�s importantes del campo del c�mic angl�fono. El segundo fen�meno, quiz�s el m�s obvio, es que el c�mic, como todas las expresiones sociales, de cualquier naturaleza, pero sobre todo art�sticas, con absoluta independencia de su calidad o profundidad, es permeable al imaginario social, a sus miedos, a su deseo, a sus inquietudes, a sus preocupaciones... y los representa. Sociedad Multiracial y X-MenAs�, una sociedad como la norteamericana, cosmopolita, receptora (involuntaria) de tantas "minor�as" �tnicas que se hacen cada vez m�s gravitantes pol�ticamente, capaces de producir n�cleos culturales y sociales, de promover ideas, de ejercer presi�n y generadora tambi�n de aceptaci�n y rechazo social, refleja estas tensiones internas haciendo nacer, en los c�mics, un microcosmos que les da a esas minor�as un lugar en su visi�n de mundo. Un lugar nuevo, en realidad, menos estereotipado, pues, hasta hace poco, s�lo les cab�a el papel de villanos, de traidores y desintegradores de la sociedad, en una percepci�n manique�sta de la sociedad. Surgen los X-Men; un grupo de mutantes, hombres y mujeres, con poderes suprahumanos. Y no pueden ser h�roes a la antigua, como Superman, pues la sociedad les rechaza. La diferencia, el "plus", no es un don, sino una mancha, por ella son perseguidos y deben ocultarse de los "normales" (por supuesto, la normalidad es una cuesti�n estad�stica: cuando los "a-normales" sobrepasan en n�mero a los "normales" los papeles se invierten), hasta que, por fin, un l�der, el profesor Charles Xavier, les da un lugar, si no en la sociedad en la que viven, s� en una sociedad posible, donde puedan compartir, arm�nicamente, humanos y metahumanos. Claro, no es tan f�cil, hay que luchar para que la utop�a de haga contempor�neo. Hay que resistir el ataque continuo de los nuevos "nazis" que desean su exterminio; oponerse a los "fascistas internos", metahumanos que desean el control del mundo porque se sienten "mejores"; intentar integrar a los que simplemente se autoexcluyen, manteni�ndose en el anonimato o exili�ndose en alg�n rinc�n el planeta o sus alrededores; y, por �ltimo, vencer sus propios complejos, dudas, contradicciones, para lograr que su propia naturaleza humana, sentimientos, deseos, motivaciones, est� equilibrada con sus capacidades extraordinarias. De todos modos, hay que prestar atenci�n a sus propios arrebatos autoritarios y paternalistas. |
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