An�lisis de Obras y Autores Comic y Literatura | P�gina 4 |
TIEMPO DE NARRARNo quiero que a estas alturas de los elogios a mis favoritos, el lector piense que los dibujos tienen cierta predominancia sobre la escritura en el c�mic. Lo digo porque lo m�s frecuente es pensar que el c�mic es antes que nada un arte de la imagen lisa y llanamente. Resulta obvio que se trata de una equivocaci�n, puesto que no estar�amos hablando entonces de este di�logo entre la literatura y �l c�mic. Se me podr�a objetar entonces que no se trata m�s que de una excusa, que los c�mics pueden visualizar cualquier cosa: una cr�nica, un hecho hist�rico, un hecho cotidiano, una acci�n m�nima, un mont�n de ideas sueltas... Es cierto, el c�mic puede hacerlo, como puede hacerlo el cine o el teatro, y es en eso justamente donde se encuentra el mayor punto de encuentro entre el c�mic y la literatura, y en donde el primero se encuentra como deudor hist�rico del segundo. En ambos se trata de narrar (o anti-narrar o dis-narrar o a-narrar o no-narrar). Cada cual tiene sus propios medios y cuenta con casi infinitos recursos para lograrlo. El hecho de que existan adaptaciones no es m�s que una muestra de que ambos lenguajes corren por caminos aleda�os y que, muy frecuentemente, se observan mutuamente. Si tomamos al cine como un lenguaje que comparte tambi�n caracter�sticas con los que aqu� nos preocupan, podremos darnos cuenta de que, desde el punto de vista de las estructuras temporales, se encuentra con ciertos problemas que lo definen en buena parte. En efecto, el cine se ve conminado a presentar el tiempo en t�rminos reales (salvo que recurra a procedimientos t�cnicos de dilataci�n o condensaci�n) y recurrir a elipsis por medio del corte o el fundido para avanzar en la narraci�n. En ocasiones, esta imposici�n material se ha transformado en centro de muchos filmes: �La Soga� de Alfred Hitchcock, �Empire� de Andy Warhol o �A la hora se�alada� de Fred Zinnemann. Estas son las experiencias imposibles en el caso de la literatura o del c�mic. Nunca podr�a, mediante las palabras, traducir de modo id�ntico el tiempo de la realidad. Apenas aproximarme mediante la sugerencia. El caso del c�mic es similar. La imagen est�tica me impide reproducir fidedignamente el flujo temporal del reloj. Es por esta raz�n que los c�mics recurren a la organizaci�n eminentemente el�ptica de la secuencia de pictogramas y a los procedimientos de asincronismo entre los gestos de los personajes y sus elocuciones al interior de los cuadros. Mientras que el c�mic se plantea desde la m�xima econom�a del relato impuesta por las caracter�sticas del medio, la literatura puede sumirse en la m�s permanente suspensi�n del tiempo, pero en ambos casos ser� el lector el que disponga de la duraci�n textual de la obra. En el caso del cine es el propio texto el que impone el tiempo al espectador. Cualidad democr�tica de nuestros medios, podr�amos decir. Los juegos temporales son m�s frecuentes en la literatura que en el c�mic y esto se debe quiz�s al hecho de que el c�mic no ha llegado a�n a una madurez generalizada. Porque como ya lo he mencionado, la mayor parte de la producci�n se encuentra sumida en la m�s idiota din�mica de la producci�n en serie. Aun as�, los casos de autores maduros y con plena conciencia de as posibilidades y los l�mites reales del medio empujan a este joven arte hac�a adelante. Ya hemos mencionado a Breccia, por su extraordinaria capacidad para llevar a escena atm�sferas y personajes imposibles y realizar experiencias de transcripci�n temporal interesantes. Como �l, Copi tambi�n jug� con las posibilidades del tiempo al dejar a sus personajes congelados por varios "segundos" sobre la p�gina. Los tiempos muertos de �Las viejas putas� de Copi no causan tedio sino risa. [Podr�a jugar con las palabras: la historieta de los tiempos muertos. Dejemos que las palabras cobren sentidos en sus cabezas]. Se trata en ambos casos de autores argentinos, aunque el segundo haya hecho su carrera en Francia, y es por esto que voy a tratar de desviarme en el mapa para buscar m�s al norte otros referentes. En la actualidad, podr�a asegurar que mis intereses me han llevado de vuelta a las producciones anglosajonas. Ya no me llama demasiado la atenci�n la producci�n europea, salvo algunas excepciones, como la de F. De Felipe y Oscaraibar, especialmente en los antiguos pa�ses de avanzada, como Francia, Italia y Espa�a. S�lo algunos nombres para recordar autores que me impresionaron por las cualidades de sus estilos gr�fico y narrativo: Guido Crepax, Hugo Pratt, Phillipe Druillet, Jean Giraud, Enric Si�, Boucq, Fred, El Cubri, Josep Ma. Be� y algunos otros. Hoy por hoy es justamente la vilipendiada industria de los superh�roes la que nos est� entregando verdaderas innovaciones a todo nivel en el mundo del c�mic. |
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